¿TENEMOS QUE AGRADAR A DIOS O A LAS PERSONAS NO CREYENTES?

¿AGRADAR o GANAR?

La respuesta a esta pregunta es que tenemos que agradar a ambos. En realidad, si lo meditas un momento es una pregunta mal formulada. Es como si alguien preguntara: ¿Cuál de las dos alas de un avión es más importante la derecha o la izquierda? La Biblia nos muestra que Dios nos ha mandado a hacer ambas cosas. No tenemos la opción de elegir. Según Mateo 22:27-40 tenemos que amar a Dios y a nuestro prójimo. Lógicamente que debemos agradar a Dios primero (en especial cuando ambos entran en conflicto), pero también debemos amar e intentar agradar a los demás.
¿Pero no habíais dicho que era incorrecto intentar agradar a otros e incluso a Dios? Sí. Tienes razón puede ser incorrecto. Sin embargo, es muy importante entender qué es lo que queremos decir en este caso al hablar de buscar agradar a los demás. En español (y en casi todos los idiomas) muchas palabras pueden tener más de un significado. Por ejemplo, la palabra “toma”. Depende de cómo se la use puede significar “bebe” o puede querer decir “coge”. Aunque a simple vista pudiera resultar un poco confuso, si conocemos el idioma y prestamos atención todos sabemos perfectamente lo que la persona quiere decir. Lo importante es entender el significado que esa palabra tiene en el contexto que la usamos. Lo mismo sucede en este caso. Hay una diferencia enorme entre buscar ser aceptado (por Dios y por otros) y buscar agradar (a Dios y a otros). Cuando busco ser aceptado mi motivación es egocéntrica. Quiero ser amado y por eso hago cosas externas para ser amado y aceptado por Dios y por otros. Esto es pecado, es idolatría y no es a lo que nos referimos aquí. Cuando busco agradar a Dios y a otros (en el sentido que estamos hablando al contextualizar) lo hacemos porque ya nos sentimos aceptados por Dios (debido a que estamos experimentando el evangelio) y eso nos permite ser “otro-céntricos”. Es decir, nos permite observar y ser sensibles a los gustos, costumbres, deseos de los demás y ponerlos primero que los nuestros (Filipenses 2:3,4). Nuestra motivación es amar. ¿Por qué? Porque primeramente nos sentimos amados por Cristo y estamos disfrutando de Él (Juan 4:19).
¿Debemos agradar a otros? La respuesta es sí, si al preguntarnos por qué lo hacemos descubrimos que nuestra motivación es poner primero su deseo (porque nuestros deseos están satisfechos en Cristo). Y es no, si al preguntarnos por qué, nos damos cuenta que nuestra motivación es por temor, por querer evitar un conflicto o para que otros nos amen. Esto es buscar ser aceptado y es incorrecto. ¿Puedes ver la diferencia?