1. Tengo la tendencia a transformar mis deseos en demandas.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Estoy demandando o deseando esto? Si no obtengo lo que deseo, ¿Cómo reacciono? ¿Por qué reaccioné de esa forma?
2. Mi enfado, ira, frustración y amargura son el resultado de que no obtuve algo (bueno o malo) que deseaba demasiado.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Qué fue lo que no obtuve que generó esta clase de respuesta? ¿Qué es lo que mi corazón realmente ama que me llevó a reaccionar de esta forma?
3. Suelo tratar bien a las personas que me sirven para obtener lo que quiero (es decir, uso a las personas como vehículos para ser feliz).
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Estoy “amando” a esta persona porque me hace sentir bien, o porque la relación me da algún tipo de beneficio, o porque realmente el amor de Cristo me motiva a hacerlo? ¿Estoy haciendo lo que hago por él o ella con verdadero amor desinteresado o tengo una agenda oculta y me cuesta reconocerlo? ¿Cuál es esa agenda o motivación más profunda?
4. Suelo tratar mal a las personas que se interponen a mis deseos (es decir, trato a las personas como obstáculos a mi felicidad).
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Estoy frustrado porque esta persona arruinó los planes de Dios o los míos?
5. Es muy fácil pensar que estoy viviendo para la gloria de Dios cuando en realidad estoy viviendo para la mía.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Qué me motiva a hacer lo que hago? ¿Por qué me duele tanto cuando me sale mal? ¿Por qué me hace tanto daño la crítica?
6. La vida cristiana no es difícil de vivir, la vida cristiana es imposible de vivir.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Por qué me sorprendo cuando caigo? ¿Me castigo de alguna manera? ¿Me sorprende cuando otros caen y me hieren o desilusionan? ¿Se sorprende Dios de que yo caiga? Cuando no vivo como Dios espera, ¿Me destroza mi autoestima o me recuerda que soy amado a pesar de mis caídas y que hay ayuda disponible para mí?
7. Cada vez que peco estoy (engañado) intentando buscar la felicidad lejos de Dios.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿De qué manera estaba intentando ser feliz? ¿Cómo Dios es capaz de llenar esa necesidad en mi vida?
8. Tengo la tendencia a “castigarme” o a “no perdonarme” después de hacer algo que considero muy malo.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Por qué será que me castigo? ¿Por qué me alejo de Dios cuando él me invita a acercarme? Si no me perdono, ¿Qué estoy diciendo del sacrificio de Cristo en la cruz?
9. Solo puedo amar a otros cuando estoy disfrutando del amor de Jesús.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Estoy disfrutando ahora del amor de Jesús? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Cómo espera Jesús que recupere mi pasión por él?
10. Mi identidad cristiana se resume en la siguiente frase: Soy un pecador amado por gracia.
Si esto es verdad, debo preguntarme: ¿Cuándo la gente me rechaza, soy capaz de recordar esta verdad y encontrar suficiente el amor de Cristo de tal forma que me libera de necesitar la aceptación de otros? ¿Estoy disfrutando de su amor (a pesar de que sé perfectamente lo que soy) al punto que me permite disfrutar la vida y amar a otros con una intensidad no normal?