El Evangelio, el mensaje central de la Biblia, es un hilo conductor que se extiende desde su inicio hasta su fin. Al sumergirse en las Escrituras, uno se enfrenta a una cuestión fundamental: ¿Cómo puede Dios perdonar y establecer una relación con una humanidad que ha optado por desconectarse de Él, apagándose gradualmente?

¿TE SIENTES VERDADERAMENTE SATISFECHO?

El fin de semana llega y sales a bailar con tus amigos. Te propones tomar unas copas, pero terminas bebiendo más de lo previsto. Conoces a personas fascinantes y te diviertes enormemente. Sin embargo, al regresar a casa y enfrentarte a la soledad, te preguntas: ¿Es esto todo lo que la vida tiene para ofrecer? ¿No habrá algo más?

Te enamoras de alguien especial y experimentas el amor en su forma más apasionada. Te dice que te ama y tu corazón late con una ilusión desbordante. Todo va bien por un tiempo, hasta que surgen los conflictos y las diferencias. Piensas que ya no te ama. Entonces, te convences de que era la persona equivocada y buscas a otra. Pero el ciclo se repite, y te preguntas: ¿Será esta la última vez?

Tienes miles de contactos en tus redes sociales. Pasas tus días mirando fotos, vídeos y reels, chateando con tus “amigos” de todo el mundo. Pero nunca llegas a conocerlos realmente. A menudo, te invade una sensación de soledad y te preguntas: ¿No habrá alguien que pueda conocerme y entenderme de verdad?

Te observas en el espejo con el anhelo de mejorar. Aspiras a ser más delgada; te sometes a dietas y renuevas tu guardarropa. Deseas verte más musculoso; te inscribes en el gimnasio y vigilas tu alimentación. Sin embargo, independientemente de si logras tus metas o no, te preguntas: ¿Realmente llego a sentirme satisfecho?