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La cruz es clave en el matrimonio

Por Matrimonio, Recortes de lectura

Cuando la sombra de la cruz se proyecta sobre nuestro matrimonio vivimos y nos relacionamos de diferente manera. Ya no tememos mirarnos a nosotros mismos ni nos sorprende nuestro pecado. Ya no tenemos que esforzarnos por parecer justos. Le decimos adiós a la acusación y a la autojustificación. Abandonamos nuestro registro de errores. Arreglamos los problemas rápidamente. Y hacemos esto porque sabemos que todo lo que necesitamos confesar ya ha sido perdonado, y lo que necesitamos para cada nuevo paso que tomaremos ya ha sido suplido. Podemos vivir en la luz liberadora de la humildad y la honestidad; ambos nos vemos como necesitados y sensibles pecadores que ya no se defienden ni temen, sino que crecen juntos en su cercanía mutua a medida que también crecen para ser más como El.

¿Quién no quiere un matrimonio así?”

Tomado del libro de Paul D. Tripp “¿Qué estabas esperando? (pág. 72).

La confesión es clave en el matrimonio

Por Matrimonio, Recortes de lectura

La confesión debería ser vista como un maravilloso regalo que cada matrimonio necesita. Debería ser liberador. No debería ser visto como un momento de pérdida, sino como una oportunidad para una ganancia personal en nuestra relación. Nuestra confesión debería ser impulsada por un profundo aprecio y gratitud hacia Dios, quien ha hecho posible para nosotros no tener más miedo a ser expuestos. Por causa de lo que Jesús ha hecho por nosotros, no deberíamos tener que esconder o excusar nuestras fallas. Somos libres de aparentar que somos perfectos, cuando en lo profundo de nuestro corazón sabemos que no lo somos. Hemos sido liberados de tener que negar nuestras dificultades. Podemos ver a los problemas cara a cara con esperanza y coraje porque Cristo ha hecho posible el cambio verdadero, permanente y personal en las relaciones. Comenzar de nuevo de manera fresca realmente sucede y puede ser nuestra experiencia.

 ¿Se está beneficiando tu matrimonio de la libertad de confesión?

Tomado del libro de Paul D. Tripp “¿Qué estabas esperando? (pág. 68).

La adolescencia son años difíciles

Por Adolescentes, Recortes de lectura

El tumulto de los años de la adolescencia no sólo se trata de las actitudes y acciones de los adolescentes, sino también de los pensamientos, deseos, actitudes y acciones de los padres. Los años de la adolescencia son difíciles para nosotros porque tienden a hacer evidente lo peor de nosotros. Es en estos años cuando los padres se escuchan así mismos diciendo cosas que nunca pensaron que diría. Los padres se encuentran a sí mismos reaccionando con acusaciones, manipulaciones por medio de la culpa, y ultimátums, respondiendo con un nivel de enojo que nunca pensaron que fuera posible. Es en estos años que los padres batallan con la vergüenza de estar relacionado con el adolescente que alguna vez, cuando era niño, fue la fuente de gran orgullo y gozo.

Estos años son difíciles para nosotros porque exponen los malos pensamientos y deseos de nuestro propio corazón… Es por eso que las pruebas son tan difíciles, no obstantes son tan útiles en las manos de Dios. No es que cambiamos radicalmente en un tiempo de prueba ¡No! Las pruebas exponen lo que siempre hemos sido. Las pruebas desnudan las cosas para las cuales, de otra manera, seríamos ciegos. Así también los años de la adolescencia exponen nuestra auto-justicia, nuestra impaciencia, nuestro espíritu no perdonador, nuestra falta de amor servicial, la debilidad de nuestra fe, y nuestro deseo de comodidad y una vida fácil.

Cuando los padres comienzan a reconocer, a tomar responsabilidad, a confesar y a arrepentirse de sus propias malas actitudes de corazón y de las acciones que emanan de él, el resultado es una diferencia notoria en la relación con sus adolescentes y en la manera en la que perciben las luchas de los años de la adolescencia. Cuando vemos con preocupación los inminentes años de la adolescencia, necesitamos ver no sólo a nuestros hijos, sino también a nosotros mismos. Los padres que con humildad están dispuestos a cambiar, se ponen en posición de ser instrumentos de Dios para el cambio.

Tomado del libro de Paul D. Tripp, «Edad de oportunidad» (págs. 5-7).

La obedicencia es un resultado

Por Obediencia, Recortes de lectura

Imagina a un padre que está viendo a su amado hijo jugar béisbol para el equipo que él entrena. Cuando él se sienta en la caseta, ama a su hijo plena y completamente. Si su hijo olvida las instrucciones que le ha dado y lo ponchan, esto no cambiará ni un ápice de su amor por él o su aprobación por él. El hijo está seguro del amor de su padre sin importar su desempeño. Pero el hijo ansiará anotar un jonrón. No para sí mismo-para ganar el amor de su padre- sino por su
padre, porque él ya es amado. Si él no sabe que su padre lo ama, sus esfuerzos serán para él mismo, para ganar ese amor. Sin embargo, puesto que él ya sabe que su padre lo ama, sus esfuerzos son para su padre- para agradarlo. El cristiano está seguro del amor y la aprobación de Dios. Dios está complacido con nosotros en Cristo. Por lo tanto el cristiano anhela obedecer a Dios, n para sí mismo, para que Dios lo salve, sino por gratitud hacia Dios, pues él sabe que ya lo ha salvado. Y así Pablo vive como un “siervo de Cristo”(Gálatas 1:10). La aprobación de Dios nos libera para vivir de una manera que Dios aprueba. El evangelio es tanto una certeza poderosa como una motivación poderosa para vivir en una obediencia radical. No vivimos como Dios quiere para poder convertirnos en Sus hijos sino por gratitud de que ya somos hijos de Dios.

Tomando del libro de Tim Keller «Gálatas para ti» (Pàgs. 37 y 38).

La búsqueda de la verdadera felicidad

Por Disfrutar a Dios, Recortes de lectura

Me encontraba de pie en la librería… Tomé un delgado ejemplar azul del libro de Lewis The Weight of Glory (El peso de la gloria). La primera página cambió mi vida.

“Somos criaturas desganadas, que pasamos el tiempo jugando con la sexualidad, con las bebidas y con la ambición, cuando lo que se nos ofrece es un gozo infinito. Somos como aquél niño del barrio pobre que en su ignorancia quiere seguir jugando con sus pasteles de lodo, pues es incapaz de imaginarse lo que significan unas vacaciones en la playa. O sea, somos demasiado fáciles de complacer”.

Jamás en mi vida había escuchado a alguien decir que el problema del mundo no era la intensidad de nuestra búsqueda de la felicidad, sino la debilidad de la misma. Todo mi ser decía a gritos: ¡Sí, eso es! Allí estaba en blanco y negro, y a mi mente le resultaba convincente por completo: El gran problema de los seres humanos es que somos demasiado fáciles de complacer. Estamos muy lejos de buscar el placer con la determinación y la pasión que deberíamos. Y así, nos conformamos con saciar nuestro apetito con pasteles de lodo en lugar de obtener el deleite infinito …

El hedonismo cristiano no solo dice que debemos perseguir el gozo que promete Jesús, sino que a Dios mismo lo glorificamos en esta búsqueda.

 

Tomado del libro de John Piper  “Los peigros del deleite” (pgs.23-25)

La realidad bíblica de los desgraciados gozosos

Por Matrimonio, Recortes de lectura

¿Recuerdas lo que Jesús dijo acerca de la  mujer sorprendida en adulterio? «Por lo cual te digo que tus pecados, que son muchos, han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien poco se le perdona, poco ama» (Lucas 7:47). Si yo, como Pablo (y como David y Spurgeon…) reconozco la inmensidad de mi pecado, viéndome como el peor de los pecadores, entonces reconozco que se me ha perdonado mucho. Allí es donde la realidad bíblica empieza a tener sentido. Empiezo a ver a Dios como realmente es. Su inmensidad se vuelve más grande que mis problemas. Su bondad viene a mi aunque yo no sea bueno. Y por su dabiduría y su poder son visibles en las manera perfectas en que Él obra para transformarme desde dentro hacia afuera.

Así que  nuestro pecado -el mío y el suyo- es indeciblemente feo. Es vil; es perverso. Pero a la vez provee el fondo para un drama mayor. Seremos obras en proceso, tristemente propensos a pecar, sin embargo podemos ser obras gozosas, porque -gracias a Dios- hemos sido redimidos por gracia a través de la muerte y resurrección de Cristo. Nuestros salvador ha venido a rescatarnos de la pena del pecado y a otorgarnos una vida en abundancia por medio del Espíritu.

Cuando dos personas casadas abrazan esta perspectiva de la realidad, y viven en acuerdo con ella, sus vidas y su matrimonio comienza a verse más y más como la imagen que Dios quiere mostrarle a un mundo perdido. Hasta que el pecado sepa amargo, el matrimonio no podrá ser dulce.

Tomando del libro Cuando Pecadores Dicen Acepto, de Dave Harvey.

La forma en que el pecado es expulsado

Por Pecado, Recortes de lectura

Thomas Chalmers, en muy conocido sermon suyo que tiene por título «The Explusive Power of a New Affection», sostenía que de nada sirve decirnos a nosotros mismo que tenemos que dejar de pecar. Lo que realmente necesitamos es reconducir aquellos deseos contaminados por el pecado hacia una verdad que libera y transforma: la persona de Dios.  Un renovado afecto a Dios es la única cosa que va a liberarnos de deseos pecaminosos.

A veces, somo como niños con un cuchillo oxidado en la mano. Lo que tenemos es peligroso, pero no estamos dispuestos a renunciar a ello. Si le gritamos a un niño con la suficiente energía y autoridad en la voz, puede que nos lo entrege, aunque de mala gana. Pero si le ofrecemos a cambio un juquete atractivo, el cuchillo pronto pasa al olvido. Dile a alguien que deje de pecar y lo más probable es que lo haga parcialmente y a regañadientes. Pero si le ofreces una visión de la persona de Dios en todo su amor y gloria, procurará deshacerse de aquello que impida su relación con Dios (Hebreos 12:1-3).

Tomando del libro Tu puedes cambiar de Tim Chester  (pags. 147-148).

La oración extraordinaria

Por Oración, Recortes de lectura

Para encender cada avivamiento, inicialmente el Espíritu Santo emplea lo que Jonathan Edwards denominó «la oración extraordinaria»; unida, persistente y centrada en el reino. A veces comienza con un solo individuo o con un pequeño grupo de personas clamando para que Dios manifieste su gloria en la comunidad. Lo que importa no es la cantidad de orantes, sino la naturaleza de la oración. C. John Miller hace una distinción beneficiosa y perceptible entre reuniones de oración de «mantenimiento» y de «primera línea». Las reuniones de oración de mantenimiento son cortas, mecánicas y enfocadas en las necesidades físicas dentro de la iglesia. En contraste, las tres características básicas de la oración de primera línea son estas:

  1. Petición de gracia para confesar los pecados y humillarnos.
  2. Compasión y celo por el florecimiento de la iglesia y la evangelización de los perdidos.
  3. Deseo de conocer a Dios, de ver su rostro, de vislumbrar su gloria.

Estas tres distinciones son inevitablemente poderosas. Si presta atención en una reunión de oración, puede decir claramente si estas características se hallan presentes. En las oraciones bíblicas pidiendo avivamiento en Éxodo 33; Nehemías 1 y Hechos 4, se ven fácilmente los tres elementos de la oración de primera línea. Nótese en Hechos 4, por ejemplo, que después de que las autoridades religiosas amenazaron a los discípulos, estos no pidieron protección para ellos y sus familias; ¡pidieron valor para continuar predicando! Siempre existe alguna clase de oración extraordinaria, más allá de los cultos y patrones normales de oración.

Tomado del libro Iglesia Centrada, de Tim Keller.

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