Imagina a un padre que está viendo a su amado hijo jugar béisbol para el equipo que él entrena. Cuando él se sienta en la caseta, ama a su hijo plena y completamente. Si su hijo olvida las instrucciones que le ha dado y lo ponchan, esto no cambiará ni un ápice de su amor por él o su aprobación por él. El hijo está seguro del amor de su padre sin importar su desempeño. Pero el hijo ansiará anotar un jonrón. No para sí mismo-para ganar el amor de su padre- sino por su
padre, porque él ya es amado. Si él no sabe que su padre lo ama, sus esfuerzos serán para él mismo, para ganar ese amor. Sin embargo, puesto que él ya sabe que su padre lo ama, sus esfuerzos son para su padre- para agradarlo. El cristiano está seguro del amor y la aprobación de Dios. Dios está complacido con nosotros en Cristo. Por lo tanto el cristiano anhela obedecer a Dios, n para sí mismo, para que Dios lo salve, sino por gratitud hacia Dios, pues él sabe que ya lo ha salvado. Y así Pablo vive como un “siervo de Cristo”(Gálatas 1:10). La aprobación de Dios nos libera para vivir de una manera que Dios aprueba. El evangelio es tanto una certeza poderosa como una motivación poderosa para vivir en una obediencia radical. No vivimos como Dios quiere para poder convertirnos en Sus hijos sino por gratitud de que ya somos hijos de Dios.
Tomando del libro de Tim Keller «Gálatas para ti» (Pàgs. 37 y 38).