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Cuando la sombra de la cruz se proyecta sobre nuestro matrimonio vivimos y nos relacionamos de diferente manera. Ya no tememos mirarnos a nosotros mismos ni nos sorprende nuestro pecado. Ya no tenemos que esforzarnos por parecer justos. Le decimos adiós a la acusación y a la autojustificación. Abandonamos nuestro registro de errores. Arreglamos los problemas rápidamente. Y hacemos esto porque sabemos que todo lo que necesitamos confesar ya ha sido perdonado, y lo que necesitamos para cada nuevo paso que tomaremos ya ha sido suplido. Podemos vivir en la luz liberadora de la humildad y la honestidad; ambos nos vemos como necesitados y sensibles pecadores que ya no se defienden ni temen, sino que crecen juntos en su cercanía mutua a medida que también crecen para ser más como El.

¿Quién no quiere un matrimonio así?”

Tomado del libro de Paul D. Tripp “¿Qué estabas esperando? (pág. 72).

David

David está casado con Sara y tienen un único hijo, Ismael. Actualmente está finalizando un grado en Teología en la Facultad Internacional de Teología de Barcelona IBSTE y sirve a tiempo completo como anciano en la Iglesia Comunidad Cristiana El Cónsul. Es un apasionado de la electrónica y disfruta montar en bicicleta de montaña.

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