George Muller se hizo la misma pregunta que se hace este libro y dio la misma repuesta:
“¿De qué forma podremos lograr esta duradera felicidad del alma? ¿Cómo aprenderemos a disfrutar a Dios? ¿Cómo obtendremos esta porción en El que es todo suficiente y satisface el alma que nos capacitará para dejar pasar las cosas de este mundo al considerarlas vanas y despreciables en comparación? Respondo, esta felicidad debe obtenerse a través del estudio de las Sagradas Escrituras. En ellas Dios se ha revelado a nosotros por Jesucristo…”
La felicidad en Dios viene de ver a Dios revelado a nosotros por Jesucristo a través de las Escrituras. Muller dice; “En ellas llegamos a familiarizarnos con el carácter de Dios. ¡Nuestros ojos son divinamente abiertos para ver lo encantador que es Dios! Y ese Padre celestial, bueno, amable, amoroso es nuestro; nuestra porción por este tiempo y por la eternidad”.
Conocer a Dios es la clave para ser felices en Dios.
“Mientras más conocemos a Dios, más felices somos… Cuando llegamos a estar un poco familiarizados con Dios… nuestra verdadera felicidad …comienza; y mientras más familiarizados estamos con El, más verdaderamente felices llagamos a ser. ¿Qué nos hará tan extremadamente felices en el cielo? El pleno conocimiento de Dios”
Por lo tanto, el medio más importante para luchar por el gozo en Dios es sumergirse en las Escrituras donde vemos a Dios en Cristo con más claridad. Cuando tenía setenta y un años de edad, Mueller habló a jóvenes creyentes:
Ahora…voy a ofrecer algunos pocos indicios a mis jóvenes creyentes en cuanto a la forma de mantener el disfrute espiritual. Es absolutamente necesario… que debemos leer regularmente todas las Escrituras, de modo consecutivo, y no seleccionando un capítulo aquí y otro allá. Si lo hacemos, permaneceremos como enanos espirituales. Se los digo con mucho afecto. Porque los primeros cuatro años después de mi conversión no progresé, porque desatendí la Biblia. Pero cuando de manera regular la continué leyendo hasta el final relacionándola con mi propio corazón y mi propia alma, progresé verdaderamente. Entonces mi paz y mi gozo continuaron más y más. Ahora he estado haciendo esto por cuarenta y siete años. He leído toda la Biblia unas cien veces y siempre la hallo fresca cuando comienzo de nuevo. De esta manera mi paz y mi gozo aumentan más y más.”
El estaría viviendo y leyendo su biblia por otros veintiún años. Pero nunca cambió su estrategia para la satisfacción en Dios. Cuando tenía setenta y seis, escribió lo mimo que había aprendido por más de cincuenta años: “Vi con más claridad que nunca, que la primera y más grande ocupación a la que debía dar atención cada día era, tener mi alma feliz en el Señor”. Y el medio para lograrlo seguía siendo el mismo.
Tomado del libro de John Piper «Cuando no deseo a Dios. La batalla por el gozo” (pags. 126 y 127).