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Me encontraba de pie en la librería… Tomé un delgado ejemplar azul del libro de Lewis The Weight of Glory (El peso de la gloria). La primera página cambió mi vida.

“Somos criaturas desganadas, que pasamos el tiempo jugando con la sexualidad, con las bebidas y con la ambición, cuando lo que se nos ofrece es un gozo infinito. Somos como aquél niño del barrio pobre que en su ignorancia quiere seguir jugando con sus pasteles de lodo, pues es incapaz de imaginarse lo que significan unas vacaciones en la playa. O sea, somos demasiado fáciles de complacer”.

Jamás en mi vida había escuchado a alguien decir que el problema del mundo no era la intensidad de nuestra búsqueda de la felicidad, sino la debilidad de la misma. Todo mi ser decía a gritos: ¡Sí, eso es! Allí estaba en blanco y negro, y a mi mente le resultaba convincente por completo: El gran problema de los seres humanos es que somos demasiado fáciles de complacer. Estamos muy lejos de buscar el placer con la determinación y la pasión que deberíamos. Y así, nos conformamos con saciar nuestro apetito con pasteles de lodo en lugar de obtener el deleite infinito …

El hedonismo cristiano no solo dice que debemos perseguir el gozo que promete Jesús, sino que a Dios mismo lo glorificamos en esta búsqueda.

 

Tomado del libro de John Piper  “Los peigros del deleite” (pgs.23-25)

David

David está casado con Sara y tienen un único hijo, Ismael. Actualmente está finalizando un grado en Teología en la Facultad Internacional de Teología de Barcelona IBSTE y sirve a tiempo completo como anciano en la Iglesia Comunidad Cristiana El Cónsul. Es un apasionado de la electrónica y disfruta montar en bicicleta de montaña.

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